Saga Bacardí
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Introducción
1 .de Bacardí

Estudio realizado por Julio-Carlos García Castrillón, comenzado en septiembre del año 1.998

Dado la cantidad de generaciones pasadas, este trabajo permanecerá abierto e introduciéndose datos hasta que considere estilmadas las fuentes de información.

Esta investigación está dedicada a mi suegro
D. Ignacio Mónaco Gassó (a quien no he conocido),
Pues, perteneciendo a otro mundo social le tocó poner
los pies firmemente en el nuestro.


Antes de entrar de lleno en los antecedentes por orden cronológico, quisiera exponer, de la burguesía catalana, en especial la barcelonesa, que resulta difícil concretar en que momento empieza su papel protagonista y ascendente, por lo que me gustaría dejar claro que entre todas las familias que he investigado, se ve una progresión personal y social muy evidente. En los diferentes inventarios se va viendo como se adentran en un refinamiento social, cultural, ecomómico.
He podido observar como los Roig, que desde el siglo XVII ya eran residentes en Barcelona, provenían del gremio de argenters, y vemos como Francisco Roig antes de la Guerra de Sucesión ya empieza a hacer sus negocios, pero al acabar, fué uno de los mejor posicionados y uno de los que empezó a comerciar con todo lo posible. Consiguiendo las concesiones de carne, pan, molinos, la ceca y así tantas cosas como pudieran ser concesionadas y producir negocio.
De los de Casanovas y los Darrer, también se ve como van refinandose, que a pesar de que sus negocios se siguieron realizando durante la mencionada Guerra de Sucesión, sus descendientes consiguieron seguir posicionados, a excepción de Bonifacio Nadal, que a partir del final de la guerra, queda como olvidado. Su hijo Antonio Nadal y de Casanovas, nieto de Antonio y primo de Antonio de Casanovas y Serra, consigue posicionarse espléndidamente, consiguiendo un importante imperio económico.
Quiero hacer una especial mención a los Clavell, Tomba, Gironella, pues a pesar de que estos últimos ser familia colateral, acaban englobados dentro del tronco familiar que intentaré dejar evidenciado en algún momento de mi trabajo.
Desde el primer momento que comienzo a acumular datos de varias ramas familiares, observo que casi siempre son hijos segundos que viniendo de “casas pairales o mansos” importantes del resto del Principado, al no ser herederos deciden ir a probar suerte a la “Ciudad de los Prodigios (mi queridísima Barcelona)”. Desgraciadamente en Catalunya a diferencia del País Vasco, los Señores de la Tierra perdían sus privilegios y no tenían los reconocimientos sociales, a pesar de que podían ser hijos de propietarios de grandes extensiones de explotaciones agrícolas.
Los inicios de los capitales familiares y de la Burguesía Catalana, en especial los que se generan a partir de principios del siglo XVIII, (a excepción de los arriba comentados, y de algunas otras familias más) arrancan de entre los Gremios de Sastres, Pellaires, Velers y Adroguers, siendo los comerciantes los primeros en enriquecerse y establecer nuevas formas de clase, de los cuales estas familias tenían especial arraigo y mando.
De entre estos apellidos, vemos, junto con los Bacardí, que se mezclan constantemente por asuntos de negocio, de gremio y de familia, o haciéndose de manera endógama familia entre ellos, por lo que me resulta muy difícil poner a cada cual en un apartado diferente y propio.
Existieron algunas familias, que entre sus miembros dedicaron sus vidas a la religión, otros que para alcanzar cierto prestigio social se hicieron miembros de la Inquisición, también hay ciertas familias que se decantaron por el ejército, dependiendo del momento histórico. Tanto en el caso del Ejército como en el del Clero, creo que merecen un estudio profundo, pues era otra manera de que siguieran dentro de las élites del poder en algún sentido y forma.
Una de las cosas importantes a tener en cuenta, es observar la cantidad de pleitos que la mayoría de estos individuos llegaron a tener.
Recuerdo, hace unos cuantos años, que el padre de un amigo de la infancia que era juez, en una entrevista que le hicieron en televisión dijo algo así como… “Pobre de aquel que, por no tener, no tiene ni pleitos, porque ese es pobre de verdad…”. Esta frase me ha venido al recuerdo de aquel momento y he reflexionado sobre estos individuos, que cargados de litis, denotan la importancia que tuvieron y que con este estudio los intento colocar en el lugar de la historia que se han hecho merecedores. No voy a colocar todos y cada uno de dichos pleitos, pues sería un trabajo demasiado extenso.

Al inicio de la búsqueda de documentos, tenía el convencimiento de que “La Petita Burguesía” había sido un invento surgido a mitades del siglo XVIII, pero lo que ocurrió desde esa época, fue que la gente pudo acumular más riqueza venida desde fuera, que producían más de lo necesario para el consumo autóctono, por lo que podrían vender en nuevos mercados.
Podemos observar, que antes de la Guerra de Sucesión, ya existía una burguesía comercial, sin las grandes diferencias culturales que años después marcó dicha burguesía con el resto de los ciudadanos.

Los capítulos matrimoniales fueron unos contratos con una importancia vital para la formación de las futuras clases emergentes, aunque también sirvieron para la consolidación del poder de unas familias dentro de los oficios y de los gremios.
Podemos observar, que a medida que va avanzando el siglo, pasan de entregar cajas a las novias a entregar cómoda, y en algún caso cómodas (a finales del siglo XIX, se entregaba incluso armarios). También se ve cómo van aumentando las cantidades dotales, así como alhajas y otras cosas.
Al no existir prácticamente inflación, el padre, podía adquirir el compromiso con los novios, de ajustar un tanto por ciento sobre un capital prometido, y liquidar lo comprometido el heredero del padre en el momento de la muerte de este. La dote, en realidad era la herencia que el padre dejaba a cada uno de sus hijos. El heredero adquiría, casi siempre en el momento de “tomar estado”, no solo la nuda propiedad de todos los bienes del padre, sino también el compromiso de sostener a la madre y todas las responsabilidades del padre, por lo que el padre, en el momento que su hijo primogénito se casaba, lo constituía su heredero universal, dejándose el vitalicio y usufructo de todos sus bienes para si, y en ocasiones para su esposa, incluida una porción dineral, que le dotaba de una cierta autonomía, que a su vez podría extinguir a favor de quien considerada oportuno.
Los matrimonios los pactaban los padres de los novios, y eran contratos con toda la extensión de la palabra.
Los compromisos adquiridos en tales contratos eran de obligado cumplimiento para las partes.
La mujer catalana, justo en ese momento, adquiría para si una cantidad metálica que su futuro marido aportaba llamada “creix o escreix”, esta podía ser una proporción muy importante en comparación con la dote aportada por el padre, por lo que, el novio tenía que ir acumulando dinero antes de adquirir el compromiso de boda. Esta cantidad entregada a la novia era la que le servía a ella exclusivamente, cantidad que por más problemas que el marido pudiera tener, no era embargable, pues era un dinero absolutamente privativo. Escreix o creix era el pago por la virginidad, por lo que las viudas, solo lo adquirían del primer marido. Casarse con una viuda, evitaba, por parte del novio, tener que hacer ahorros para tal caso, por lo que, podía ser muy ventajoso, solo había que equiparar la cantidad entre ambos padres o suegros.
Los padres limitaban la cantidad entregada en caso de que no hubiese descendencia que llegara a edad de testar, siendo menos importante el hecho de que fuera hombre o mujer. En caso de que los futuros esposos quedaran sin sucesión, la cantidad entregada se podía reducir considerablemente, y muy especialmente la hecha al hereu.
Podemos observar, que el marido limitaba a la mujer la cantidad dineral, en caso de que la esposa, quedando viuda, quisiera volver a contraer nuevo matrimonio, a no llevar el apellido del marido.
En algunos casos, el padre dejaba mandato, que si su viuda y madre del donatario y el mismo, no quisieran seguir cohabitando juntos, podrían pactar (previo compromiso de pago por parte del hereu), de vivir separadamente. Dependiendo de la posición de la familia, esto podía ser muy ventajoso para la madre viuda, pues en algunos casos, les permitía vivir en otras ciudades, como París, o Montpelier, de las rentas que su hijo le hacía llegar.
También quiero destacar que la cantidad dineral que aportaba el padre de la novia, lo entregaba a su futuro marido y a su suegro, por lo que el expresado capital, pasaba a formar parte del capital de la casa del futuro marido, con las reversiones ya mencionadas.
Eran contratos, con compromiso que debía verificar el notario, o aquel que fuera el encargado de sus protocolos, con fideicomisos marcadísimos. Por lo que no eran sustituibles de nuevos cambios, mas que por lo dispuesto en los mismos.