Barcelona 2 Setiembre de 1850.
Mi querido hermano: Quería escrivirte antes, pero me fué absolutamente imposible notificarte que Antonio nos habia dejado, porque no llegaba a creerlo. Pues mas de una vez me había dado la esperanza que no se separaría mas de nosotros, nuestro dolor a sido muy fuerte, apesar que siempre estaba temblando, algun dia no le pasara alguna locura por la cabeza, la realidad es que ya no le tenemos aquí, y que puede no le veamos mas, a lo mejor yo, pues soy vieja y los viejos no viven. Una sola cosa me consuela y es, que empezando por mi, y concluhiendo asta los que frecuentaban mi casa, todos aporfia cada uno por si, hacian todo lo posible paraque estuviere contentos. Pero an sido en vano nuestros esfuerzos, y por eso se an marchado, dejandome surmegidos en el dolor, es porque no se te parece Antonio hombre incomparable que seria feliz, perdona amigo si te incomodo, pero el que sufre se alivia algun tonto comunicado su pena,
Desearia saber como esta la hija Castell, y toda la familia a los que les deseo mil cariños de mi parte, y tu corazon hermano no dudes nunca del invariable afecto de tu hermana.
Maria.

Querida hermana: Por contacto de mi hija Paulina, la que ha salido de esa de Antonio con Evelisa y Ernesto, no me viene de nuevo tal noticia por haber observado que tanto Antonio como su hija no estaba en sur—tro y aun mas desde la venida de aquella señora que lo dice asuga de Evelina y que para mi es una meulosa, o tal vez cosa peor.
Amiga mia, lo hecho no hay remedio y es necesario conformarse a la voluntad de Dios que cuando él permite tales cosas señal que es evidente que debemos soportarlas con veneracion.
Pablo sigue mejorando de la parte fisica, pero en cuanto de moral esta bastante atrasada, motivo por el cual no puede conversar mucho ni menos soportar la concentracion de personas en su presencia.
Recibe los afectos de toda mi familia y dando mil espresiones a toda la tuya despues de tu hermano y amigo.